Nefer el silencioso by Christian Jacq

Nefer el silencioso by Christian Jacq

autor:Christian Jacq [Jacq, Christian]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 1999-12-31T16:00:00+00:00


41

Al amanecer, Paneb el Ardiente y Nefer el Silencioso seguían sentados ante la puerta de la capilla donde acababa de tener lugar la iniciación del primero. Habían contemplado las estrellas en las que vivían, para siempre, las almas de los faraones y los sabios que habían contribuido a erigir la civilización egipcia.

—¿Pasaste tú por los mismos ritos? —le preguntó Paneb a su amigo.

—Exactamente por los mismos.

—¿Y tu esposa?

—Ella también, al igual que las demás mujeres que viven en la aldea. Todas pertenecen a la cofradía de las sacerdotisas de Hator, pero la mayoría de ellas no superan el primer escalón.

—¿Hay varios?

—Probablemente…

—¿Y entre los artesanos también?

—Claro está, pero lo esencial es que formamos un equipo. Sea cual sea nuestra función, todos navegamos en el mismo barco y cada uno desempeña un papel preciso.

—¿Cuál será el mío?

—Primeramente, hacerte útil.

—¿A los demás?

—Útil a la obra y, por añadidura, a los miembros de la cofradía.

—¿Cuál es realmente esa obra, Nefer?

—La construcción de la tumba real y todo lo que implica. Gracias a ella, lo invisible está presente en la Tierra y el proceso de resurrección se lleva a cabo. Pero nos queda mucho por aprender antes de participar plenamente en la obra.

—¡Por fin podré dibujar y pintar!

—Lo más urgente, para ti, es aprender a leer y a escribir con los niños de la aldea.

—¡Ya no soy un chiquillo! —protestó Paneb.

—La escritura es la base de tu arte y no tienes tiempo que perder. Kenhir es un profesor severo, puntilloso a veces, pero forma bien a sus alumnos.

—Si hay que pasar por ahí… ¿Conoces el significado de mi nuevo nombre?

—Paneb significa «el maestro». Te lo ha atribuido el jefe de equipo Neb el Cumplido para fijarte un objetivo imposible de alcanzar. Está convencido de que no renunciarás a convertirte en maestro y de que irás quemando tu energía a medida que vayas fracasando. Algún día acabarás serenándote.

—¡Pues el jefe de equipo se llevará una gran decepción! Sí, me convertiré en un maestro en mi oficio y mereceré mi nombre. Ha creído que iba a doblegarme con esa pesada carga, sin embargo, me está ofreciendo un fuego que sólo se extinguirá con mi muerte.

En el exterior del recinto, los auxiliares realizaban sus tareas. Descargaban los asnos y entregaban el agua necesaria para las abluciones matinales.

El sol se levantaba sobre el Lugar de Verdad, el territorio donde Paneb el Ardiente viviría la aventura con la que tanto había soñado.

¡Por fin iba a descubrir la aldea que tan bien protegida estaba tras sus altos muros! Otros, menos elevados, se levantaban sobre un basamento de grandes bloques, para detener los torrentes de lodo y guijarros provocados por las tormentas, tan raras como violentas.

La aldea ocupaba todo el espacio del pequeño valle desértico, un antiguo lecho de torrente flanqueado por colinas que tapaban la vista y protegían la sagrada aglomeración de la mirada de los curiosos. Estaba situada a quinientos metros del límite de las más fuertes crecidas, que, por tanto, no la amenazaban. A igual distancia del templo de



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